RELATO, MODELO, VERDAD
Será un “cristinazo” más alevoso que el “rodrigazo”
Por: Ricardo Lafferriere
Rápido
cambio de libreto. Frente al derrumbe del “modelo”, el “relato” muta
aceleradamente hacia el menemismo, ante los esfuerzos enternecedores de Carta
Abierta para justificar como progresista que el costo de los servicios de
subsistencia absorba más del 100 % de la jubilación del 80 % de los pasivos que
cobran la mínima…
La
desesperada publicidad oficial desnudada inteligentemente por la nota de
Alfredo Leuco en el programa “Bravo Continental” no puede frenar la evidencia:
durante casi una década le fue reclamada a los alegres propagandistas del
populismo un poco –siquiera el mínimo- de seriedad para tratar los problemas de
la infraestructura y específicamente de la energía.
Su
respuesta fue la sistemática acusación de “neoliberales”, “destituyentes”,
“noventistas” y otros similares.
Hoy el
resultado está a la vista: no hay más energía. Se acabó, así como el año pasado
se acabaron las vacas. Y como cualquier producto, la reducción del consumo se
ajustará por el precio. Este año el balance energético fue negativo en 3.500
millones de dólares y el año próximo deberá destinarse a importar petróleo y
gas alrededor de 5.000 millones de dólares.
La
producción petrolera en los años K se redujo en un 18 %, las reservas
comprobadas en un 11 % y las de gas en un 45 %, por la política de desalentar
la exploración para favorecer la importación, donde están los negocios. La
exportación mutó en importación y el retroceso es, casi, a antes de Frondizi
con su Batalla del Petróleo. Hace medio siglo.
Cuando
el kirchnerismo llegó al gobierno, el balance del comercio energético era
superativario por 6.000 millones de dólares. Su infantil apego al consignismo
fuera de época traducido alegremente al difícil por Forster y González, ocultó
una política perversa y le ha costado a los hogares argentinos un Cristinazo
que, cuando lleguen las facturas a los hogares, se demostrará como más alevoso
que el Rodrigazo de Isabel Perón.
Ahora,
como es de práctica, se buscan urgentemente chivos emisarios a quienes culpar,
a tontas y a locas.
El
primer intento de disimular el “retiro de subsidios que no es una suba de
tarifas” ha servido para dejar al descubierto a quiénes estaban subsidiando,
entre otros, los cartoneros y hogares de ingresos mínimos que pagan el 21 % de
IVA de cada paquete de yerba o harina: a la presidenta, a varios ministros, a
Susana, a “Marcelo” y a los empresarios más ricos de la Argentina… el
“modelo”, que le dicen.
La
estampida de precios será acompañada, obviamente, por un golpe recesivo, como
cualquier ajuste –y éste es de los salvajes-. Un jubilado que gana la mínima y
deba pagar la luz, el agua, el gas, el ABL y el impuesto inmobiliario, deberá
privarse de comer, comprar sus remedios y realizar cualquier otro gasto. Y un trabajador
o empleado que cobre 5000 al mes, deberá destinar el 50 % de su ingreso para
sus tarifas básicas, porque deberá agregar el costo de un transporte sin
subsidios, abruptamente incrementado en cuatro veces.
Difícilmente
le sirva de consuelo saber que su tarifa no aumenta sino que sólo se le retiró
el subsidio: su viaje para ir a trabajar aumentará el 400 %, aunque se pretenda
descargar cínicamente en Macri la inexorable suba de los Subtes. El diario
oficialista “BAE” denuncia con descaro el “tarifazo” del ABL porteño, con una
suba promedio del 66 %, pero justifica el cristinazo tarifario del 400 % como
un simple “reajuste”… y el gobierno pretende a la vez el tope en las
negociaciones salariales en no más del 20 %.
Todo
esto hubiera podido preverse, simplemente, escuchando a los que saben, que no
son monopolio de ninguna fuerza política destituyente sino que sencillamente
conocen su tema y hace años reclamaban atención al retraso tarifario.
No son Recalde conduciendo Aerolíneas, Schocklender haciendo viviendas,
Jaime coordinando el transporte o Moreno llevando al rodeo nacional al borde
de la extinción. Una progresividad inteligente, pedida por toda la oposición,
hubiera evitado este saqueo al ingreso popular con pocos parangones.
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Las
medidas no son imprevistas. Desde agosto comenzaron a incorporar en la factura
eléctrica el desagregado de la “tarifa” y el “subsidio”, que nunca antes se
había hecho. Sabían lo que venía. Pero, al igual que Menem, prefirieron
ocultarlo, “porque si lo decía, no me votaban”. Esperaron las elecciones a
sabiendas que cada día de demora en tomar las medidas profundizaría el ajuste,
condenaría más compatriotas a la angustia y la marginalidad, empobrecería a más
gente. Nada de esto les importó.
Como otras veces, la
Argentina saldrá de ésta.
La
capacidad de su gente no tiene parangón en el mundo, a pesar de los engaños
sucesivos y las campañas hipócritas. Sería bueno que al menos sirvieran para
alertar más a los compatriotas, a los que votan y a los que desempeñan con
vocación la actividad política, sobre la necesidad de analizar un poco más
desde lo que se dice hasta lo que se hace, desde lo que se piensa hasta lo que
se vota.
Aunque
parezca ingenuo, el primer paso para construir una sociedad exitosa es hablar
con la verdad. Y asumir la responsabilidad de lo que cada uno dice o calla,
opina y vota.
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