El
excedente de la ANSES fue $22.699 millones (Fuente: Idesa)
Un
estudio de la consultora Idesa (Instituto para el Desarrollo Social
Argentino), dio a conocer el ppdo. Lunes 30 de enero y donde sobre la
base de datos oficiales, alerta sobre el alarmante déficit fiscal que siguen
financiando la Anses y el Banco Central de la República
Argentina.
Para
esos días la Presidente de la Nación anunciaba un nuevo aumento en las jubilaciones
mínimas que ronda el 12%, mientras los excedentes de fondos del Anses
siguen teniendo como prioridad los préstamos al Estado antes que a los
jubilados que tienen miles de demandas ante el Estado y cobran jubilaciones que
no cubren la canasta básica de alimentos.
Ese
excedente del Anses sigue financiando al Gobierno nacional para esconder las
verdaderas cifras del déficit fiscal que ascendería a $ 65.599 millones.
Informe
realizado por Idesa
La solvencia fiscal es condición necesaria
para sostener un proceso de desarrollo social. Por eso es preocupante la
actitud de las autoridades económicas de anunciar un supuesto superávit fiscal
cuando la realidad es que se ha llegado a una situación en que, ni con las apropiaciones
sobre la ANSES y el Banco Central, alcanza para financiar al sector público.
Más allá de que la situación no sea explosiva en el corto plazo, es de alta
prioridad mejorar la calidad en la gestión del Estado. Uno de los pasos
esenciales e iniciales en este sentido es restablecer la seriedad en la
difusión e interpretación de la información sobre las cuentas públicas.
El Ministerio de Economía anunció que
el sector público nacional cerró el año 2011 con un superávit de $4.920
millones. Como ocurre desde hace varios años, la declaración se realizó
enfatizando que uno de los pilares del modelo económico imperante es la solidez
en las cuentas públicas. Más allá de la pertinencia de reconocer la importancia
de la sustentabilidad de las finanzas públicas, la realidad que muestran las
cifras oficiales, en sentido contrario a lo anunciado, es que hay una gran
precariedad fiscal.
El monto que anuncian las autoridades
como “superávit” es el resultado primario, esto es, la diferencia entre
ingresos y gastos antes del pago de intereses de deuda pública. La suma que el
sector público nacional pagó en intereses en el año 2011 fue de $35.584
millones. Cuando se computa este concepto se llega a un déficit de $30.664
millones. Este monto representa aproximadamente 1,7% del PBI; el mayor desde el
año 2002.
Pero lo más importante es que en estos
cálculos se consideran como ingresos las transferencias de la ANSES, del Banco
Central y otros organismos públicos. Según los propios datos oficiales del
Ministerio de Economía, que se publican junto con los anuncios del “superávit”,
surge que estos recursos extraordinarios fueron los siguientes:
· El excedente de la
ANSES fue $22.699 millones ($11.154 millones por rentas del FGS, básicamente, y
$11.545 millones de excedentes de ingreso y gasto previsional).
· Desde el Banco Central
y otros organismos se transfirieron $12.236 millones.
· Esto significa que, sin
los excedentes de la ANSES, el Banco Central y otros organismos, el
desequilibrio fiscal asciende a $65.599 millones.
Los datos oficiales delatan –en
oposición a los anuncios– un muy severo proceso de deterioro de las cuentas públicas.
No sólo que el sector público está lejos del “superávit” declamado, sino que el
desequilibrio entre los ingresos genuinos y el gasto público alcanzan a $66 mil
millones ó el 3,6% del PBI aproximadamente. Este desequilibrio es asimilable al
del año 2001, que, según los datos del Ministerio de Economía, fue de 3,2% del
PBI, ó al déficit fiscal de Italia que, en crisis, se estima en 4% del PBI.
Para financiar parte de este enorme desequilibrio, desde la ANSES, el Banco
Central y otros organismos se generan $35 mil millones que alcanzan para
financiar el 53% del déficit.
Tratar de disimular la insolvencia del
sector público con anuncios “optimistas” no es una acción responsable ni
sostenible. Pero más cuestionable y preocupante aún es que se llegue a semejante
desequilibrio cuando la presión impositiva del sector público nacional ha
alcanzado un récord histórico, pasando de un 20% en el año 2002 al 35% en el
año 2011. En otras palabras, los ciudadanos nunca pagaron tantos impuestos, sin
embargo, el desequilibrio de las cuentas públicas es el más elevado de la
última década.
No menos preocupación causan las formas
espurias de financiamiento de este desequilibrio. El excedente de la ANSES es
el resultado de la violación a la movilidad de los haberes previsionales. Esto
genera cientos de miles de juicios cuyo pago el organismo previsional difiere
dilatando al extremo los procesos judiciales. Las rentas de la ANSES son el
resultado de la expropiación de los ahorros previsionales ocasionada con la
eliminación del régimen de capitalización. Estos fondos –ahora destinados a
financiar el déficit fiscal– en una gestión responsable deberían ser
capitalizados para respaldar las futuras jubilaciones. En igual sentido, las
reservas del Banco Central deberían priorizarse para respaldar el dinero
emitido.
La premura manifestada por el gobierno
por reducir los subsidios, aunque implique la impopular acción de ajustar las
tarifas que paga la población, delata el convencimiento que la situación fiscal
es insostenible. Sin embargo, las acciones carecen de la integralidad, calidad
e intensidad que demanda esta profunda crisis del sector público argentino. El
deterioro acumulado, no sólo con la expansión de los subsidios sino también con
crecimiento espurio del empleo público, beneficios previsionales y otras
erogaciones, demanda un audaz proceso de modernización del Estado. Para ello,
un paso “fundacional” sería restablecer la seriedad en la difusión e
interpretación de la información sobre las cuentas públicas.
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