No pretendo
se pájaro de mal agüero pero uno nunca sabe... tan solo
transcribo un artículo del Blog
ABORDAJES y que fuera escrito por Israel
Lotersztain, Máster en Historia de la Universidad Torcuato
DiTella / Empresario / Ex director de Investigaciones del INTI/Columnista de Construcción Plural, el
programa de Fernando Mauri.
El artículo dice:
El
denominado "primer peronismo" (1946-1955) nació bajo
un fuerte viento de cola internacional, un creciente desarrollo
industrial lanzado merced a la crisis mundial de 1929 y luego la Segunda
Guerra Mundial. En el Banco Central "se pateaban las barras de oro",
al decir del propio General Perón, y se registraban magníficos precios
para la exportación de alimentos.
Se
aplicó en ese entonces de la mano de la gestión del titular del IAPI
(Instituto Argentino de Promoción e Intercambio) y empresario Miguel
Miranda una política fuertemente heterodoxa bajo el llamado Plan Quinquenal:
redistribución del ingreso via notables aumentos salariales, compensados a
los industriales con grandes créditos a tasa muy baja, fuerte protección
arancelaria, etc. Estas políticas obviamente dispararon el
consumo pero al mismo tiempo generaron una preocupante situación
inflacionaria, que podía afrontarse gracias al diferencial de precios
del que se apropiaba el IAPI, entre los de exportación y lo que pagaba aquí a
los productores.
Sin
embargo, la bonanza duró poco y hacia 1950 los precios
internacionales habían caído y las barras de oro se habían vendido.
Llegó entonces la aplicación de un fuerte ajuste, pero
que se anunció y comenzó a aplicarse recién cuando Perón
fue reelecto para una segunda presidencia. Los sueldos y el gasto público
fueron congelados. Si se me permite la anécdota personal, recuerdo que yo
fui de aquellos que en 1952 comía "pan negro" a fin
de generar saldos exportables de trigo.
La
ortodoxia económica así iniciada siguió con Alfredo Gomez Morales. Ya no
había espacio para el populismo inicial. Pero los problemas de fondo de la
economía argentina no se resolvían: baja productividad y cada vez mayor
estrangulamiento de la balanza de pagos, por importaciones imprescindibles.
Perón, que entendía lo que estaba pasando, trató de resolverlo, el famoso
Congreso de la Productividad de 1954 fue un ejemplo. Pero hasta la CGT
calificable de obsecuente se le opuso, al no aceptar ligar salarios a la
productividad, y continuar reclamando aumentos que volvieran a los
altísimos salarios reales de 1949.
Otro problema
nodal fue la falta de petroleo, que se iba deglutiendo buena
parte de los ingresos de divisas por exportaciones que
se reducían ante la caída de precios y la baja productividad
agrícola, y generaba además serios problemas a la red eléctrica. Perón propone
entonces el contrato con la Standard Oil californiana, medida por
demás sensata pero que operaba en clara contradicción
con su discurso de hasta entonces. Sus mismos partidarios se oponían,
sus diputados se negaron a tratarlo, ni que decir los opositores.
Si
bien Perón cae por razones políticas (fundamentalmente el conflicto con la
Iglesia Católica), más de un historiador atribuye la pasividad de sus
partidarios naturales a defenderlo ante la citada ruptura con la política
redistribucionista y el discurso nacionalista que él había implementado y
tan entusiastamente defendido en su primera presidencia.
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