|
Arturo Prins - Director Fundación SALES |
Hay detalles que lo son sólo en apariencia. No siempre la agenda periodística
debe concentrarse en los trazos gruesos de la coyuntura.
Claro que esta semana hubo un paro
nacional, fuerte y visible. Explicaciones hubo muchas, desde la versión oficial
(extorsión, piquete, movida política, ciudad sitiada), hasta la más cercana a
los hechos. Pero el punto aquí es otro: la idea es entender esto que pasa desde
la óptica aparentemente irrelevante de las cosas pequeñas, lo que los
argentinos llamamos altaneramente “peccata minuta”, o sea pequeños pecados.
¿Pequeños pecados? En una carta de lectores (texto de la carta) publicada ayer, sábado 12 de abril,
el director ejecutivo de la Fundación Sales, Arturo Prins, dice mucho más del
momento argentino que lo que varias columnas como ésta pudieran decir. Prins
creó en 1976 esa fundación, inspirado en San Francisco de Sales, en homenaje a
“su amor a la ciencia y por la precaria pero eficaz comunicación social que
utilizó para enfrentar los problemas de su tiempo. Su coraje, tenacidad y
optimismo nos siguen animando”. Se dedica en especial a la investigación del
cáncer, sosteniendo económicamente a destacados científicos, que investigan en
prestigiosas instituciones.
PATRAÑAS
|
Gabriel Rabinovich |
La carta de Prins, publicada en La
Nación , suscita uno de esos terribles momentos en los que un argentino decente
se siente atosigado de vergüenza, abochornado por cuestiones que acontecen en
este país. Dice Prins que “con asombro leí el Twitter de la presidenta Cristina
Kirchner que el diario Página/12 reprodujo en su tapa el 2 de abril pasado. La
Presidenta afirma que el investigador del Conicet Gabriel Rabinovich le entregó
una foto que lo muestra junto a Néstor Kirchner en la Casa Rosada, en marzo de
2004. Ese año, Rabinovich había publicado un avance significativo contra el
cáncer, motivo por el que lo recibió el entonces Presidente. Cristina agrega
que no conocía la foto y que el investigador le contó ‘que allá por 2003, ya
tenía todo arreglado para irse del país porque sentía que su patria no lo
incluía. A su patria no le interesaba lo que él hacía como científico, y me
dijo que se quedó porque llegó Néstor. A raíz de sus investigaciones -concluye la
Presidenta- él y su equipo han descubierto un mecanismo para tratar tumores
resistentes a terapias convencionales’”. Explica Prins que “la información
omite mencionar que en marzo de 1999 Rabinovich pidió a la Fundación Sales
ayuda para un viaje. Al ver sus antecedentes y como tenía propuestas del
exterior, personalmente pedí a Sales que sostuviera sus investigaciones en el
país.
|
Rabinobich y Kirchner |
En 2004, fecha de la fotografía, la
Fundación ya hacía cinco años que apoyaba al científico mediante becas para él
y sus primeros seis investigadores; la adquisición de 13 equipos de
laboratorio, drogas y consumibles; 16 viajes a reuniones científicas del país y
el exterior, y todos los gastos que solicitaba para sus investigaciones. Con
esas donaciones, que se mantienen hasta hoy y totalizan casi tres millones de
dólares, Rabinovich logró los resultados que la Presidenta indica en su
Twitter. Es justo decir que ese dinero fue silenciosamente aportado a la
Fundación Sales por decenas de miles de ciudadanos desde 1999 y por las familias
Ferioli y Ostry, que donaron importantes sumas para el investigador desde
2001”. (otras noticias)
MEZCLA
Esa mezcla salvaje de impunidad y
banalización configura el escenario más evidente de lo que se vive en la
Argentina, sobre todo cuando la primera mandataria no trepida en subirse a
cualquier atril retórico para enunciar frases insostenibles por lo
evidentemente falsas. Al “apoderarse” simbólicamente de los tres millones de
dólares que una fundación privada le dio al oncólogo Rabinovich, la Presidenta
reitera una conducta suya ya proverbial. La pasión compulsiva por la frivolidad
más insultante ha devenido en política de Estado.
|
Cristina F. de Kirchner junto a Boudou |
A 36 horas de un paro
nacional que efectivamente detuvo y paralizó al país, la Presidenta tuvo tiempo
y ganas para ir a Villa Martelli a encabezar una cadena nacional de radio y TV
destinada a dar por iniciado un laberíntico “Encuentro Federal de la Palabra”,
mero zafarrancho supuestamente cultural destinado a primerear y, si fuera
posible, opacar a la inminente Feria del Libro, cuya 40ª edición arranca el 24
de abril en Buenos Aires. Para conferirle a este “encuentro” un sabor
fuertemente “nacional y popular”, la Presidenta “de los 40 millones de
argentinos”, como la anuncia, con un grito desencajado, la fornida locutora
oficial, ordenó que, además de su sempiterno discurso, se emitiera por la
cadena oficial un varieté de pedestre gusto, incluyendo un hombre identificado
como Mustafá Yoda, rapero hip hop, con los ojos ocultos tras anteojos negros,
tatuado y producido con una especie de chaqueta de fajina. También descolló un
cultor del stand-up, cuyos chistes fueron perfectamente impresentables.
Ejemplo, dirigiéndose a la Presidenta, “¿puedo llamarla Cristina?”. Cristina
asiente, “claro”. Réplica del “estandapero” por cadena nacional, “bien, entonces
la llamo mañana”. ¿Se querían matar o realmente gozaban del humor nac&pop
los capitostes allí congregados? Junto a la Presidenta, encabezaban la
astracanada el ministro de Educación y el secretario de Cultura. No cuesta
entender por qué el Gobierno arma con tamaño derrame de gastos un encuentro de
“la palabra”.
La palabra es el terreno en el que desde siempre el kirchnerismo
se ha sentido más cómodo y eso explica el caso Rabinovich; hasta de aquello que
no le pertenece se apoderan, convencidos de que puede pasar inadvertido un
ejercicio tan desaprensivo de confiscación verbal.
REGRESIÓN
|
Fondo Monetario Internacional - Axel Kicillof |
Pero las frivolidades son apenas el
maquillaje de fenómenos todavía más temibles. Que Axel Kicillof haya subido
esta semana a Washington para participar de la reunión de ministros de economía
y presidentes de bancos centrales del G20, es tremendamente elocuente de las
penurias del gobierno argentino, porque en ese encuentro la presencia del Fondo
Monetario Internacional (FMI) era decisiva. El FMI fue grato con esta Argentina
de abril de 2014. Efectivamente, la realidad mandó a hacer los deberes y
algunos de ellos han sido hechos. La inflación ha sido reconocida, la caída del
producto interno bruta es admitida por el Gobierno. Son “avances importantes”
estos pasos dados por Cristina Kirchner, dijo el Fondo.
|
Rodrigo Alvarez Litre |
El “programa pautado” ha tenido
cumplimiento y aun cuando la Casa Rosada todavía patalea y no acaba de admitir
que deberá admitir el monitoreo del FMI, da todos los pasos para que ese hecho
termine cumplimentándose. La Argentina de Cristina milita hasta hoy en el
pelotón de países que se niegan a abrirle la puerta al Fondo, un quinteto de
parias entre los que se ubican Eritrea y Somalia. Para el economista Rodrigo
Alvarez Litre, de la consultora Analytica, “por primera vez desde 2002, el
ajuste está llegando con intensidad al motor del crecimiento del modelo
kirchnerista. Caída del poder de compra de salarios, jubilaciones y menos
crédito, son obstáculos muy difíciles de sortear. El freno al consumo empezó en
los bienes durables: durante febrero la venta de autos y motos cayó 8% y 27%
respecto a un año atrás (si se toma el promedio diario, la reducción es del 22%
y 38%, respectivamente) en tanto que la de electrodomésticos registró una
contracción del orden del 40%”.
ESTANFLACIÓN
El diagnóstico incluye una
explicación clave: “A diferencia de 2009 y 2012, la onda expansiva también está
llegando al consumo masivo. De hecho, en enero ya dio cuenta de una caída del
0,5% en las ventas de supermercados debido a la importante disminución en la
venta de alimentos congelados, artículos de limpieza y de perfumería e incluso
alcanzó a la de alimentos secos (-1%). Sólo el rubro bebidas escapó a esta
tendencia que, por el efecto de la ola de calor, subió 8%. Habida cuenta del
alza de precios en los meses siguientes, estimamos que esta tendencia se
acentuó en febrero y marzo”.
Estos datos permiten razonar que el
Gobierno cree estar garantizándose de este modo lo que sucederá de aquí a las
elecciones de octubre de 2015, evitando un colapso fiero, pero “freezando” la
economía, admitiendo inflación alta y en ascenso, y la consecuencia inexorable
de este programa: caída del salario real. El discurso vacío se hace ya
inaguantable. La confesión de que el Gobierno creyó blindarse durante siete años
con estadísticas absolutamente fraudulentas permite ahora concluir que desde
2012 es pobrísima la performance de la economía nacional. Esto tiene nombre y
apellido, y desde hace mucho: se llama estanflación, y es el connubio entre
estancamiento e inflación. Esto es lo que pasa ya mismo, al margen de los
piquetes extra CGT de la enfática izquierda trotskista, que les muerde los
talones a los veteranos jefes del gremialismo tradicional, cuyo sobrepeso no es
solo corporal, sino también ideológico.
Como dice Alvarez Litre, “el
Gobierno parece conformarse con alcanzar la meta, sin avanzar en corregir los
desequilibrios estructurales. El financiamiento externo es un buen aliado para
mitigar los costos del ajuste pero también puede terminar siendo un atajo usado
para eludir y posponer las correcciones estructurales todavía pendientes”. Se
sabe, pues, que esto es inexorable, porque una épica retórica basada en el
desendeudamiento se rompe los dientes al confesar que ahora van por el
endeudamiento. Por eso abundan las palabras gaseosas, esa sopa de la gran
sarasa nacional. Los “pibes para la liberación” deberán aprender a deglutir las
razones tácticas por las cuales el FMI, ahora sí, puede ser amistoso con la
Argentina.
© Pepe Eliaschev
Publicado en Diario El Día (13/04/2014)