El discurso de la Presidente al abrir el periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Nación no tan solo fue discurso plagado de autoelogios y de críticas a la oposición, sino que nos muestra a una persona donde la soberbia no le permite ver la Argentina real. Su actitud de voltear el DNU para la creación del Fondo del bicentenario y generar dos DNU que le permiten traspasar capital de las reservas del Banco Central al Tesoro Nacional demuestra su concepto absolutista y antidemocrático con que ejerce su función.
Dice no pretender aplausos sino cooperación y se confunde creyéndose la Patria. Como oposición merecemos respeto y dado este, avanzaremos en los consensos necesarios para salir de la crisis en que el gobierno nos sumergió, y hablamos de la inflación real, de la inseguridad real, del aumento de la pobreza y marginalidad real, de los actos de corrupción real que cometen, de la situación agropecuaria real; en suma ese país real que le está exigiendo cambios. Por supuesto que hubo quienes la aplaudieron, fueron los Moyano, los DÉlia, los Moreno y todos aquellos serviles que le grafican “su” país real. Ni hablar de Néstor Kirchner y de su ambición sin grandeza creyendo que en política todo es válido.
Su sinrazón, Sra. Presidente; le hace confundir consenso con derrota, dialogo con debilidad, debate con obstruccionismo, o consenso con derrota. Mientras; el pueblo mira atónito y espera que la presidenta abra los ojos y comprenda que en junio del 2009 se le dijo basta a su forma de gobernar. Como oposición no bajaremos los brazos y estaremos a la altura de las circunstancias cumpliendo con nuestra responsabilidad que la patria, la real, nos exige.
San Miguel de Tucumán, 01 de marzo de 2010
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