jueves, 15 de diciembre de 2011

RELATO, MODELO, VERDAD.... por Ricardo Laferriere


RELATO, MODELO, VERDAD
Será un “cristinazo” más alevoso que el “rodrigazo”
Por: Ricardo Lafferriere

Rápido cambio de libreto. Frente al derrumbe del “modelo”, el “relato” muta aceleradamente hacia el menemismo, ante los esfuerzos enternecedores de Carta Abierta para justificar como progresista que el costo de los servicios de subsistencia absorba más del 100 % de la jubilación del 80 % de los pasivos que cobran la mínima…

La desesperada publicidad oficial desnudada inteligentemente por la nota de Alfredo Leuco en el programa “Bravo Continental” no puede frenar la evidencia: durante casi una década le fue reclamada a los alegres propagandistas del populismo un poco –siquiera el mínimo- de seriedad para tratar los problemas de la infraestructura y específicamente de la energía.
Su respuesta fue la sistemática acusación de “neoliberales”, “destituyentes”, “noventistas” y otros similares.
Hoy el resultado está a la vista: no hay más energía. Se acabó, así como el año pasado se acabaron las vacas. Y como cualquier producto, la reducción del consumo se ajustará por el precio. Este año el balance energético fue negativo en 3.500 millones de dólares y el año próximo deberá destinarse a importar petróleo y gas alrededor de 5.000 millones de dólares.
La producción petrolera en los años K se redujo en un 18 %, las reservas comprobadas en un 11 % y las de gas en un 45 %, por la política de desalentar la exploración para favorecer la importación, donde están los negocios. La exportación mutó en importación y el retroceso es, casi, a antes de Frondizi con su Batalla del Petróleo. Hace medio siglo.
Cuando el kirchnerismo llegó al gobierno, el balance del comercio energético era superativario por 6.000 millones de dólares. Su infantil apego al consignismo fuera de época traducido alegremente al difícil por Forster y González, ocultó una política perversa y le ha costado a los hogares argentinos un Cristinazo que, cuando lleguen las facturas a los hogares, se demostrará como más alevoso que el Rodrigazo de Isabel Perón.
 Ahora, como es de práctica, se buscan urgentemente chivos emisarios a quienes culpar, a tontas y a locas.
El primer intento de disimular el “retiro de subsidios que no es una suba de tarifas” ha servido para dejar al descubierto a quiénes estaban subsidiando, entre otros, los cartoneros y hogares de ingresos mínimos que pagan el 21 % de IVA de cada paquete de yerba o harina: a la presidenta, a varios ministros, a Susana, a “Marcelo” y a los empresarios más ricos de la Argentina… el “modelo”, que le dicen.
La estampida de precios será acompañada, obviamente, por un golpe recesivo, como cualquier ajuste –y éste es de los salvajes-. Un jubilado que gana la mínima y deba pagar la luz, el agua, el gas, el ABL y el impuesto inmobiliario, deberá privarse de comer, comprar sus remedios y realizar cualquier otro gasto. Y un trabajador o empleado que cobre 5000 al mes, deberá destinar el 50 % de su ingreso para sus tarifas básicas, porque deberá agregar el costo de un transporte sin subsidios, abruptamente incrementado en cuatro veces.
Difícilmente le sirva de consuelo saber que su tarifa no aumenta sino que sólo se le retiró el subsidio: su viaje para ir a trabajar aumentará el 400 %, aunque se pretenda descargar cínicamente en Macri la inexorable suba de los Subtes. El diario oficialista “BAE” denuncia con descaro el “tarifazo” del ABL porteño, con una suba promedio del 66 %, pero justifica el cristinazo tarifario del 400 % como un simple “reajuste”… y el gobierno pretende a la vez el tope en las negociaciones salariales en no más del 20 %.
Todo esto hubiera podido preverse, simplemente, escuchando a los que saben, que no son monopolio de ninguna fuerza política destituyente sino que sencillamente conocen su tema y hace años reclamaban atención al retraso tarifario.

No son Recalde conduciendo Aerolíneas, Schocklender haciendo viviendas, Jaime coordinando el transporte o Moreno llevando al rodeo nacional al borde de la extinción. Una progresividad inteligente, pedida por toda la oposición, hubiera evitado este saqueo al ingreso popular con pocos parangones.


Las medidas no son imprevistas. Desde agosto comenzaron a incorporar en la factura eléctrica el desagregado de la “tarifa” y el “subsidio”, que nunca antes se había hecho. Sabían lo que venía. Pero, al igual que Menem, prefirieron ocultarlo, “porque si lo decía, no me votaban”. Esperaron las elecciones a sabiendas que cada día de demora en tomar las medidas profundizaría el ajuste, condenaría más compatriotas a la angustia y la marginalidad, empobrecería a más gente. Nada de esto les importó.



Como otras veces, la Argentina saldrá de ésta.
La capacidad de su gente no tiene parangón en el mundo, a pesar de los engaños sucesivos y las campañas hipócritas. Sería bueno que al menos sirvieran para alertar más a los compatriotas, a los que votan y a los que desempeñan con vocación la actividad política, sobre la necesidad de analizar un poco más desde lo que se dice hasta lo que se hace, desde lo que se piensa hasta lo que se vota.
Aunque parezca ingenuo, el primer paso para construir una sociedad exitosa es hablar con la verdad. Y asumir la responsabilidad de lo que cada uno dice o calla, opina y vota.



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