jueves, 27 de enero de 2011

ILLIA Y LA CONSERVACIÓN DEL SUELO

El 17de enero pasado se cumplieron 28 años del fallecimiento de Don Arturo Illia, quien “Gobernó para el pueblo, sin dejar de lado los valores y los principios ideológicos del radicalismo histórico”, se realizaron muchos homenajes pero quisiera recordarlo con un ejemplo concreto que pone en evidencia la visión de estadista que poseía. Este artículo pertenece a Ricardo Luis Mascheroni.

Algunas veces, al revolver los archivos, surgen como de una caja de Pandora: hechos, documentos y decisiones anticipatorias de muchas de las cosas que nos pasan, las que al cotejarlas con la realidad, nos dejan un sabor amargo y que son demostrativas de la sistemática y perversa negación del pasado.

Entre una pila de papeles amarillentos por el paso de más de cuatro décadas de tiempo, rescaté el Decreto del Poder Ejecutivo Nacional N° 1574 de 1963, por el cual el ex Presidente de la Nación Dr. ARTURO H. ILLIA (con mayúscula, como debe ser), expresaba: "Instituyese el "DIA DE LA CONSERVACION DEL SUELO", que se celebrará en todo el territorio de la Nación el 7 de julio de cada año. Entendiendo que el suelo agrícola configura el soporte más sólido de la economía Argentina, así como de su expansión futura y que, consecuentemente, la conservación de nuestro recurso natural básico es imprescindible para garantizar el bienestar de todos los habitantes de la Nación".

Parece mentira que en 1963, casi 10 años antes de la Cumbre de Estocolmo, un insigne y patriota Presidente Argentino, derrocado por un infame golpe militar en 1966, precisamente por sus condiciones de probo y justo, le decía a toda la Nación que el suelo era el recurso por excelencia para asegurar la calidad de vida de todos los argentinos, reseñando antaño, principios que hoy sustentan el desarrollo sustentable.

Hoy "nuestro suelo", que es una forma de decir, en grave proceso de degradación, se encuentra mayoritariamente privatizado y extranjerizado y solamente satisface las necesidades plenas de unos pocos.

Este decreto nace a propuesta del INTA y en homenaje a un pionero de la lucha contra la erosión, el Dr. Hugh Hammond Bennett, jefe del Servicio de Erosión de Suelos de los EE.UU., fallecido el 7 de julio de 1960 y recordado en el mundo entero como el "padre de la conservación del suelo, con el objetivo generar conciencia sobre la necesidad de su preservación, frente a la agresión sistemáticamente de las actividades del hombre, que agravan las causas naturales de deterioro e impactan desfavorablemente sobre el mismo.

El eminente científico, dedicó sus esfuerzos a lograr un aumento en el rinde de la tierra a través de una mayor protección, trabajando para concientizar sobre los beneficios de su adecuado manejo y resguardo.

El alocado ritmo actual de explotación y de extracción de productos, incide negativamente en la sanidad de los suelos, profundizando los procesos de desertización y degradación, ante una demanda creciente de alimentos y otras materias.

La erosión y pérdida de fertilidad de los suelos, hacen que se haga cada vez más difícil atender las necesidades humanas en preocupante y en muchos casos inducida expansión, provocando que millones de personas se vean amenazadas no sólo desde el punto de vista de su calidad de vida, sino de su subsistencia.

"El suelo, igual que el ambiente es un sistema de relaciones de equilibrio, sistema muy complejo (físico, químico, biológico, sociocultural) de una gran sensibilidad a la variación de uno solo de sus factores constitutivos, lo cual produce reacciones en cadena, en especial a propósito de las intervenciones perturbadoras del hombre".(1)

El excesivo consumismo imperante y el explosivo crecimiento de la población están ejerciendo una presión desmedida en la capacidad de carga de los ecosistemas, llevándolos a un paulatino agotamiento y desaparición, tornándolo incapaz de cubrir las necesidades humanas.

La sobreexplotación a través de técnicas industriales de alto rendimiento, monocultivos, riego artificial y la incorporación de pesticidas y fertilizantes para incrementar la producción, en un plazo más o menos largo producirán, tierras agotadas, campos salinizados y avance de la desertización.

El modelo agroindustrial en franca expansión, sobre todo a partir del boom del biodiesel y otros agrocombustibles, conjuntamente con el cambio climático en marcha, pintan un cuadro de lo más preocupante y de pronóstico incierto.

A estas prácticas irracionales, debemos sumarle la tala indiscriminada de bosques naturales, que disminuyen la protección forestal y permiten que el viento y las lluvias arrastren la capa humífera superficial, la que lleva cientos de años regenerarse. En Argentina; "el 75% del territorio nacional está sujeto a procesos erosivos causados por las actividades agroganaderas y forestales". (2)

"Estamos destruyendo los suelos por lo menos 13 veces más rápido que el tiempo que es posible crearlos." (3)

Por último, valgan las siguientes palabras de Hugh Bennett: "Es importante que el hombre se sienta dueño de la tierra, pero que a su vez se convierta en celoso custodio de su integridad en todos sus aspectos, es decir hacerla producir al máximo, al menor costo posible, pero sin disminuir su productividad".


NOTAS

1.- Silvia Jubany de Stangaferro, Revista Tiempo Empresario, Junio de 1993, Rosario.

2.- Diario El Litoral, Medio Ambiente, La desertización avanza, 14 de Agosto de 1999, Santa Fe.

3.- Pat Roy Mooney,El Siglo ETC, Editorial Nordan, año 2002.


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