domingo, 26 de junio de 2011

Derechos Humanos hoy,

¿Cuál debe ser su rol en democracia?

Con sus principales reclamos en camino de concretarse -juicio y castigo a los culpables y recuperación de los menores apropiados durante la dictadura-, el movimiento de derechos humanos discute su papel de cara al futuro. ¿Es legítima su participación en temas sociales? El efecto Schoklender y cuál debe ser la relación con el poder político?

Por Luciana Vázquez (La Nación - 26/06/2011)

El Centro Simón Wiesenthal no puso una empresa constructora ni un hospital donde se vacuna gratis. Ni se les ocurre", afirma sin vueltas el filósofo Tomás Abraham. "La utopía de la organizaciones de derechos humanos en una democracia perfecta sería su máxima invisibilidad y, en un extremo, cerrar sus puertas", sostiene Graciela Fernández Meijide, con reconocida militancia por los derechos humanos y madre de un hijo de 17 años desaparecido durante la última dictadura. "Nosotras nos hemos visto favorecidas por cada uno de los gobiernos constitucionales que hubo desde que cayó la dictadura", dice la vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Rosa de Roisinblit. "Aunque pueda suceder lo de Schoklender, es totalmente válido que una organización de derechos humanos pase a la acción y supla al Estado para alcanzar algunos derechos. Es totalmente válido que construyan casas", postula la diputada nacional por el Movimiento Libres del Sur, Victoria Donda, hija de desaparecidos, nacida en cautiverio en la ESMA.

El caso Schoklender en su versión recargada con corrupción y organismos de derechos humanos (DD.HH.) es mucho más que un escándalo judicial. Es también un antes y después a partir del cual volver a pensar el devenir de las organizaciones de derechos humanos en tiempos de democracia plena, cuando el peligro inminente y el enemigo claro de los gobiernos militares son un fantasma del pasado.

¿Cuál es la distancia ideal que deben guardar las organizaciones de DD.HH. respecto del poder político en épocas democráticas? ¿Hasta qué punto es legítimo que reciclen sus luchas y extiendan sus reivindicaciones hacia nuevos derechos? ¿Deben abandonar su rol vigilante y crítico para saltar a la acción y hacer lo que el Estado no hace a la hora de cumplir con los derechos sociales?

O en su formulación más extrema: ¿hay vida para los organismos de DD.HH. luego de 27 años de democracia, muchas conquistas alcanzadas, y después del terremoto Schoklender? Y si la hay, ¿cómo es o cómo debería ser?

Veredas opuestas

Máxima distancia. Distancia crítica. Auxiliares del Estado. Vigilantes. La relación entre los organismos de DD.HH. con el Estado y el gobierno debe ser siempre de lejanía. Al menos así lo sostienen voces tan variopintas como las de Fernández Meijide, la politóloga María Matilde Ollier, Abraham, la diputada nacional y candidata a vicepresidente por el socialismo, Norma Morandini, el periodista Ceferino Reato y la militante de derechos humanos en Santa Cruz y especialista en la materia, María de los Milagros Pierini.

"La no relación entre gobierno y DD.HH. es la mejor relación", sintetiza Abraham, que agrega: "El individuo tiene que estar protegido de los poderes del Estado, que es el que viola los derechos".

La dictadura fue una tragedia pero algo dejaba en claro: que el Estado era un otro al que había que resistir y de manera obligada. Los organismos de derechos humanos nacieron para oponerse al Estado, al gobierno, e interpelarlo por sus violaciones sistemáticas de derechos. Pero todo se complica cuando el gobierno es elegido democráticamente, y más difícil se hace si toma las medidas que el movimiento de DD.HH. viene reclamando históricamente.

Para las organizaciones de víctimas de la dictadura es más complejo todavía: nacidas "circunstancialmente", según Meijide, unidas por una tragedia pero no por una ideología, la reparación que Néstor Kirchner inició puede dejarlas confusamente cerca del poder.

Fernández Meijide es de quienes creen que la distancia debe mantenerse a pesar de todo: "No es necesario que haya un enemigo. Hasta un amigo se puede equivocar".

Vigilar al Estado para que no viole los DD.HH. debería ser el rol de los organismos, según Meijide, no importa su signo político. "Cuando en 2006 las Madres dicen que no hacen más las Marchas de la Resistencia porque ya no hay un enemigo en la Casa de Gobierno, en ese momento se perdió el rol de las organizaciones de DD.HH.".

Morandini prefiere describir el rol de los organismos como "auxiliares del Estado" en su papel de presentar los reclamos de grupos de ciudadanos y aportar información clave sobre esos reclamos. "Pero son algo distinto del Estado y del gobierno", aclara.

Las posiciones no se encuentran en este punto. Desde Abuelas, Roisinblit se preocupa por equiparar la relación entre el kirchnerismo y algunas de las representantes más destacadas de Abuelas describiendo prolijamente una buena relación de Abuelas con cada gobierno democrático. Algo parecido sostuvo Estela de Carlotto esta semana desde Alemania.

La única diferencia sería una cuestión de grado en esa relación. "La quiero mucho a Cristina, le estoy muy agradecida por todo lo que hizo por nosotros, yo la voté a Cristina. Yo nunca acepté ir a un acto proselitista pero fui una de las primeras que estuvo en un palco cuando ella se hizo cargo de la presidencia. eso sí. Fueron los únicos que nos invitaron", dijo .

Por su parte, la integrante de Madres Línea Fundadora, Tati Almeida, se niega a profundizar en nuestra entrevista otros temas que se desprenden del caso Schoklender pero insiste sin descanso en el "agradecimiento" hacia el kirchnerismo.

"Los organismos de DD.HH. nos hemos sentido por fin escuchados por un presidente y es la misma política de DD.HH. que continúa la actual presidenta", explica. "Para nada. Absolutamente para nada, eh?", dice cortante cuando le pregunto si esa relación las condicionó de alguna manera.

Sin embargo, aunque tanto Roisinblit como Almeida, en diversas declaraciones a los medios, cuestionaron el vínculo de Hebe con Sergio Schoklender, para ellas la cercanía extrema con el Gobierno no es un tema.

Para el periodista Ceferino Reato, en cambio, esa identificación está condicionando el futuro de la legitimidad de las Madres y Abuelas, aunque no resta nada al valor histórico de su lucha pasada. Reato ve un costado más oscuro en esa identificación: "Me parece que han perdido mucha autonomía y representación y uno podría decir que en parte lo han hecho por las ventajas materiales que ellas y sus familiares han obtenido de este gobierno pero también de otros gobiernos. Lo del dinero de las Madres de Plaza de Mayo no es el primer episodio. Yo recuerdo algún episodio que involucró a Carlotto en la provincia de Buenos Aires durante la gestión del gobernador [Felipe] Solá; también hubo una pelea por plata, aunque no a estos niveles, claro. Además, sus hijos ocupan cargos políticos importantes".

De la vida a la vivienda

Aunque luego de treinta y cuatro años de historia las Abuelas llevan recuperados 104 nietos, lograron la aprobación de la Ley de Banco de ADN y consiguieron la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos, que guarda la información genética necesaria para identificar a hijos o hijas de desaparecidos, las reivindicaciones con las que nacieron en 1977 todavía tienen pleno sentido.

Su objetivo más puntual no está cumplido: faltan recuperar todavía 400 nietos. Eso le da a la Asociación plena vigencia. "Abuelas tiene su destino. No vamos a hablar ahora de eso porque falta mucho, pero ya está todo programado. Acá ya tenemos nuestro recambio", dice Roisinblit. Lo que todos tienen claro en la organización es que, mientras haya una abuela, "la que manda es la abuela".

Pero no es el mismo caso el de Madres de Plaza de Mayo. "Hoy en día las Madres no tienen esa esperanza de encontrar a sus hijos-es Roisinblit quien habla-. Por eso, si las Madres se quieren dedicar a otra cosa, bueno, allá ellas, porque DD.HH. no es solamente la desaparición de una persona".

Será imposible obtener la opinión de las Madres de Hebe de Bonafini. Luego de varios llamados, la negativa llega por mail firmada por la vicepresidente de las Madres, Mercedes Meroño.

La preocupación de las Madres por el derecho a la vivienda no es nuevo. Pierini recuerda que en 1984 y 1985 las Madres, en visita a su provincia, ya hablaban de empezar a ocuparse de reivindicar otros derechos.

Para Reato, que con su libro Operación Primicia puso en evidencia el uso de los derechos humanos por parte del kirchnerismo, la lucha presente de Hebe, que acompaña al kirchnerismo en sus diversas peleas ideológicas, no tiene que ver con un vaciamiento del sentido de su causa en tiempos democráticos. "Yo creo que Hebe considera que su lucha pasa por concretar los sueños y los ideales por los que murieron sus hijos -afirma Reato-. Siempre lo dice: va a ver su misión cumplida cuando el país se convierta en lo que sus hijos querían."

Pero, más allá del caso de las Madres, en realidad, la decisión de ampliar la agenda de reivindicaciones por fuera de los reclamos vinculados con derechos violados en la dictadura es un camino elegido por otros organismos de derechos humanos.

Así lo explicaba hace poco Adolfo Pérez Esquivel en relación al Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), en una entrevista publicada en el diario Perfil. Serpaj, por ejemplo, amplió su lucha en favor de las mejoras del régimen carcelario que afecta la dignidad de los presos o el derecho a la tierra del pueblo Quom. Las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora también se vienen interesando por las condiciones en las cárceles.

Sin embargo, hay una diferencia entre los nuevos tipos de reivindicaciones, que muchas veces abandonan el ámbito de los derechos fundamentales inalienables, como la vida y la libertad, hacia los derechos sociales y que divide las aguas de quienes militan en las organizaciones de DD.HH. o reflexionan sobre el tema.

"Frente a un cambio cualitativo como el que representa pasar de un régimen autoritario a una democracia, es natural que también se dé un cambio cualitativo en las organizaciones de derechos humanos", explica sin fisuras la respetada politóloga María Matilde Ollier.

Ollier no tiene dudas: se trata de ampliar el alcance de las reivindicaciones. Pero para la politóloga el salto nunca debe alcanzar a los derechos sociales. "Denunciar situaciones de gatillo fácil, de trata de mujeres, de tráfico de niños, de maltrato en las cárceles. esas son reivindicaciones de derechos fundamentales que muchos organismos de DD.HH. están llevando adelante. Pero no estoy de acuerdo con que defiendan los derechos sociales. Esos son objetivos de los partidos políticos", desarrolla Ollier.

Por el contrario, para Donda a las organizaciones de DD.HH. nada les es ajeno y pueden acometer todo tipo de reivindicación humana y social. Esta extensión es, para la diputada, un resultado natural de la continuación de la defensa de los DD.HH. violados en los setentas. "Hasta que no sepa dónde ir a llevarle una flor a mi mamá, para mí todo está vigente. La aparición con vida de los nietos, la aparición de los desaparecidos, que todos los asesinos estén presos, que quienes se enriquecieron con la dictadura también estén presos, la complicidad civil con la dictadura", enumera Donda.

En este punto, el problema que faltaría discutir no es que las Madres hayan pasado a reclamar por el derecho a la vivienda, sino que hayan pasado a construirlas y con dinero del Estado.

Vigilar o actuar

Reconvertir las causas por las que se lucha. Expandirlas pero no abandonarlas. O reconvertir el método de la lucha: abandonar el puesto de observador crítico y pasar a la acción. Ese parece haber sido el camino que tomaron las Madres, la organización de mayor peso simbólico en el ámbito de los derechos humanos. "Son las únicas que lo hicieron", se sorprende Fernández Meijide.

Y otra vez las aguas se dividen. A Donda le cierra completamente el paso a la acción. "Totalmente válido sobre todo si tenés un Estado inoperante", dice de la decisión de Hebe de lanzarse a construir casa, no importa el hecho puntual del caso Schoklender. "Que una persona haya hecho mal las cosas no invalida ese rol. Si el Estado controla y no tenés funcionarios corruptos, puede funcionar", dice.

Abraham no piensa igual. "Los judíos conocemos muy bien el negocio del Holocausto, el negocio de la culpa. La víctima es víctima, necesita justicia y reparación, no negocios y emprendimientos financiados por el Estado. "

"No hay que intentar suplir el papel del Estado", razona Fernández Meijide. "El rol de las organizaciones es la denuncia con la intención de que el Gobierno corrija las violaciones o los problemas. Esa es la obligación en democracia porque se supone que las instituciones de la democracia tienen que funcionar".

Como dice Ollier: "Cuando un maestro les da deberes a los chicos, no va a la casa de los chicos para que los hagan. No es su rol. Lo mismo con las organizaciones de DD.HH.: su rol es el control del Estado, no la construcción de viviendas".

DIXIT

· "Que una persona haya hecho mal las cosas no invalida ese rol. Si el Estado controla y no tenés funcionarios corruptos, puede funcionar". VICTORIA DONDA

· "Los organismos de DD.HH. nos hemos sentido por fin escuchados por un presidente y es la misma política de DD.HH. que continúa la actual presidenta". TATI ALMEIDA

· "No estoy de acuerdo con que defiendan los derechos sociales. Esos son objetivos de los partidos políticos" MARÍA MATILDE OLLIER

· "La víctima es víctima, necesita justicia y reparación, no negocios y emprendimientos financiados por el Estado". TOMÁS ABRAHAM

· "No hay que intentar suplir el papel del Estado. El rol de las organizaciones es la denuncia con la intención de que el Gobierno corrija las violaciones o los problemas ". FERNÁNDEZ MEIJIDE

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